Finning, el tráfico de aletas de tiburón; ¿Por qué se debería prohibir?

¿Qué es el Finning y cómo esta práctica está extinguiendo a los tiburones?

Hay muchos factores que están haciendo que la población de tiburones se vea alarmantemente reducida en cada conteo realizado. Una natural tasa de natalidad muy baja, una cada vez mayor falta de alimento, capturas por accidente, contaminación, uso de redes protectoras y mecanismos disuasorios…

Son muchas las amenazas con que esta especie se encuentra, pero todas ellas palidecen en comparación al finning, una práctica que horroriza incluso a pescadores a los que les gusta dar muerte a sus presas.

¿Qué es el finning?

Este concepto hace referencia a una práctica inhumana llevada a cabo alrededor de todo el mundo, pero especialmente en Asia y en el mar Caribe.

Consiste en la captura del tiburón, el cercenamiento de su aleta y la posterior devolución del ejemplar, lisiado pero vivo, al mar.

¿Por qué se realiza esta práctica tan atroz?

Saber que, en primera instancia, el motivo es el aumento de la demanda de aleta de tiburón, pues esta se comercializa en sopas, desecada y/o pelada.

Estos productos han ganado fama en Occidente, por lo que se multiplica el público. Pero la mayor demanda corresponde a un aumento de la clase alta de China y la moda de ofrecer sopa de aleta de tiburón como muestra de poder y ostentación.

Sin embargo, la carne de tiburón no suele consumirse, por lo que su demanda es muchísimo menor, careciendo el animal de valor en el mercado.

Y esto nos lleva a por qué la obtención de la aleta se realiza de esta forma tan tortuosa y no de otra. Un tiburón pesa mucho, cargando innecesariamente el navío y haciéndolo consumir más para moverse. También ocupa espacio, el cual puede ser llenado con más aletas, que dan un mayor beneficio.

La «solución» es evidente: coger la aleta y desechar el resto y, por desgracia, la manera más barata, rápida y sencilla de hacerlo es la que acabamos de describir.

El impacto del finning

Consecuencias trafico aletas de tiburonNi qué decir tiene que esta mala práctica pesquera tiene una consecuencia mortal segura para el animal, que agoniza durante horas y fenece en el fondo del mar. Se cuentan por millones los ejemplares que mueren cada año por este motivo.

Dejando de lado todo lo relativo a la innecesaria bestialidad que llevan a cabo estos pescadores, tenemos que esa reducción de la población de tiburones de la que hablábamos se acusa mucho más, precipitándolos a un estado de peligro de extinción total que no tardará en llegar, pues casi la mitad de especies de tiburón ya se han catalogado de este modo.

Por supuesto, ello supone una sustancial modificación del ecosistema del que este animal forma parte. Animales enfermos que este come a menudo se reproducirían sin control en un entorno en el que se parece de depredadores, lo que supondría que, su ingesta nos pudiera hacer enfermar a otras especies menos resistentes.

El aumento de focas hará que se desequilibren las poblaciones de peces medianos, reguladoras de aquellas de especies más pequeñas. También habrá más rayas, lo que supondrá que se reduzca la cantidad de marisco y hará que este se convierta en un alimento para ricos. Además, no olvidemos que este es el encargado de regular el balance de nutrientes en su ecosistema y en otros ecosistemas marinos que confluyan.

La carne muerta del animal va a servir de alimento a especies que habitualmente no lo comerían pero que, puede que por necesidad, lo hagan, modificando los hábitos alimenticios de esta última, algo que puede suponer un perjuicio impensable y, de hecho, impredecible.

El tráfico de aletas de tiburón también supone un despilfarro de recursos, pues estamos «sacrificando» a un animal para utilizar únicamente un 3 o 4% de su total.

A nivel ético y psicosocial, el que esta práctica se permita y el hecho de recompensarla tan generosamente hace que el ser humano se vuelva más bestial, imparable, animal. La necesidad o la avaricia nos hace volvernos más salvajes, menos humanos, perdiendo el valor y el respeto que tengamos o hayamos podido tener por nuestro entorno.

El finning también nos impide recolectar datos reales sobre aspectos científicos que sirvan para ser estudiados e idear con ellos adecuados planes de conservación de los ecosistemas en general y de las especies que lo precisen en particular.

Infografía:  Tráfico aletas de tiburón

Infografia Trafico aletas de tiburon

Alternativas y prohibiciones

Los Estados e importantes organizaciones internacionales están trabajando desde hace años para poder dar con una solución que satisfaga los beneficios de la mayoría.

  • En el año 1999 se redacta y hace público por parte de la FAO, WWF, IUCN y otros, el Plan Internacional de Conservación y Ordenación de los Tiburones, el cual se intenta implantar a lo largo de todo el planeta. El objetivo final de este resulta el aprovechamiento sostenible del animal. Sin embargo, su carácter meramente voluntario ha supuesto un fracaso durante dos década, siendo muy pocos los países que, por su propia iniciativa, lo siguen.
  • La Unión Europea prohíbe la práctica en todas sus aguas y sus navíos con bandera comunitaria no podrán llevarla a cabo tampoco, en ningún lugar del mundo.
  • Esta, junto con Estados Unidos y muchos países de Sudamérica, buscan la prohibición total de la práctica en todo el mundo, topándose con una fuerte negativa por parte del mercado pesquero asiático y sus gobiernos, especialmente de China y Japón.
  • Hay países con gran presencia en el mercado de la aleta de tiburón que también llevan algún tiempo estudiando las opciones. Estos son Australia, Costa Rica, Sudáfrica, Brasil, Estados Unidos…
  • Otros países ya han prohibido el finning en su totalidad, pudiéndose conseguir aletas, por supuesto, pero en condiciones diversas como llevando el ejemplar entero a tierra para que pueda ser contabilizado y estudiado o, directamente, condicionando la consecución de la extremidad al mercadeo del resto del animal.

En cuanto a las alternativas, resulta difícil abordar el tema sin perder la objetividad a la hora de proponerlas:

  • Evidentemente, la solución a este problema pasaría por reducir la demanda de esta extremidad, lo cual resultaría casi imposible pues esta se basa, en muchos casos, en las creencias más arraigadas de las culturas.
  • De momento, el desembarco del ejemplar completo parece ser lo más aceptable por la mayoría de gobiernos pesqueros.
  • Una solución interesante sería fomentar el consumo de la carne de este animal para que la demanda entre esta y las aletas fuese más equilibrada.
  • Se podría destinar una parte de los recursos para que personal de autoridad se encargase de supervisar las zonas más asiduas para el aleteador.
  • El cambio en el tipo de delito cometido con el aleteo y el agravamiento de las consecuencias también podría resultar disuasorio en muchos casos.
  • Podrían implantarse leyes reguladoras que limiten la compraventa del preciado recurso, la cantidad de capturas por día…
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